viernes, 30 de abril de 2010

TEXTO DE CONCLUSIONES FINALES DE LA CMPCC

GRUPO DE TRABAJO 1: CAUSAS ESTRUCTURALES

Estamos enfrentando una profunda crisis estructural como consecuencia de haber llegado a los límites del planeta. Confrontamos la crisis terminal de un modelo civilizatorio patriarcal basado en el sometimiento y destrucción de seres humanos y naturaleza. La crisis ambiental que vivimos no es sólo un problema de elevación de temperatura atmosférica, sino de destrucción global de las condiciones que hacen posible la vida en el planeta y la relación armónica del ser humano con la Madre Tierra.

El saqueo/expropiación de los bienes comunes de todos los pueblos del mundo se aceleró con la expansión colonial genocida del capitalismo hace más de 500 años. Con la revolución industrial se dio un nuevo salto histórico iniciándose un nuevo sistema productivo de crecimiento y acumulación desbordado global, concentrado principalmente en los países más industrializados, quienes han generado el 75% de las emisiones acumuladas de gases de efecto invernadero (GEI), principalmente dióxido de carbono y metano, siendo que representan sólo el 20% de la población mundial.

Este patrón productivo ha conducido a la actual crisis ambiental que se traduce en grandes efectos principalmente para los países del Sur global[i], con eventos climáticos extremos como sequías prolongadas, inundaciones y otras.

El sistema capitalista nos ha impuesto una lógica de Progreso y crecimiento ilimitado. Este régimen de producción y consumo, se guía por la búsqueda de la maximización de la ganancia, obviando por completo las implicaciones de un patrón de crecimiento sin fin en un planeta finito. Este patrón civilizatorio ha separado al ser humano de la naturaleza, estableciendo una lógica de dominación sobre ésta, conduciendo a la destrucción de la misma.

Este modelo de desarrollo capitalista ha creado sociedades y formas de vida incompatibles con la naturaleza. La Madre Tierra es asumida como una fuente de materias primas y los seres humanos como medios de producción y consumidores. Para este sistema, la lógica de la vida es la competencia y la sed de ganancia sin límites. El sistema capitalista convierte todo en mercancía: el agua, la tierra, el genoma humano, las culturas ancestrales, la biodiversidad, la justicia, la ética, la muerte y la vida misma; negando el carácter sagrado de la naturaleza, todo debe ser extraído, transformado y consumido. Con ello se rompe la relación espiritual de los pueblos con la Madre Tierra.

La sobreexplotación de los bienes comunes del planeta, y su apropiación desigual ha beneficiado a unos sectores de la población en perjuicio de otros, por ejemplo centenares de millones de personas carecen de acceso a agua potable y las demás condiciones de una vida digna, mientras otros malgastan la abundancia y lucran con la escasez. Este sistema ha masacrado y expulsado de sus territorios a pueblos indígenas y campesinos y campesinas, al apropiarse de sus tierras, bienes comunes, germoplasmas y sus conocimientos ancestrales.

El capitalismo pretende satisfacer todas las carencias e insatisfacciones de los seres humanos mediante el consumo de cosas. El “primer mundo desarrollado” debería llamarse en realidad “primer mundo hiperconsumista” por ejemplo los Estados Unidos a causa del consumo ilimitado aumentó sus emisiones de GEI en 16,8% durante el periodo 1990 al 2007, emitiendo como promedio entre 20 y 23 toneladas anuales de CO2 por habitante, lo que representa más de 9 veces las emisiones correspondientes a un habitante promedio del Tercer Mundo, casi 8 veces las emisiones per cápita de un latinoamericano y caribeño medio y más de 20 veces las emisiones de un habitante de Sur África.

Esta lógica capitalista impone al capital por encima de la gente. A través del mercado se crean identidades de consumo ilimitado y se establecen nuevas pautas de consumismo, donde las personas valen por lo que tienen y no por lo que son. Para este sistema el lucro y la rentabilidad están por encima de todo, los derechos de acceso y eficiencia de los servicios básicos para los pueblos se han convertido en mercancía. La ganancia exige más ganancia.

Las corporaciones y los gobiernos de los países denominados más desarrollados, en complicidad con parte de la comunidad científica, nos ponen a discutir el problema del cambio climático como un problema acotado a la elevación de la temperatura, planteándonos soluciones tecnológicas y de mercado que no cuestionan la lógica de este patrón productivo y civilizatorio.

Hoy en día el propio "cambio climático" se ha convertido en un negocio para el sistema capitalista; los gobiernos de los países llamados “desarrollados”, están promoviendo las reformas “verdes” del sistema. Estos mecanismos de innovación tecnológica están dirigidos a la creación de nuevas fuentes de inversión y de negocio, bajo el pretexto de que será la tecnología la que permitirá resolver el cambio climático, cuando lo que hacen es agudizar los problemas que confrontamos. Estas soluciones falsas, como los llamados mecanismos de desarrollo limpio (MDL), dejan la responsabilidad del cuidado del planeta a los países del Sur global, sin asumir verdaderamente su responsabilidad.

El patrón corporativo de producción, distribución, despilfarro y consumo de alimentos, todo el régimen de la agronegocios (fabricas de animales, monocultivos, transgénicos, nanotecnologías, agrotóxicos, agrocombustibles, etc.), no sólo están destruyendo la producción sostenible de alimento, la producción campesina y la soberanía alimentaria. Constituyen igualmente una de las causas fundamentales del proceso de destrucción de la naturaleza (emanaciones de CO2, metano, óxido nitroso, deforestación, contaminación de las tierras, sobre utilización y contaminación de las aguas, etc).

La estructura del poder político, económico, militar y comunicacional, así como el régimen jurídico-institucional actual legitiman, promueven y profundizan estas lógicas destructivas. La institucionalidad financiera y comercial internacional actual (BM, FMI, BID, OMC y otras), con sus normas, regulaciones y financiamientos imponen sistemáticamente este crecimiento depredador. Los medios de comunicación dominantes y la industria cultural promueven el individualismo y un consumismo irracional e insostenible. Contribuyen a naturalizar lo existente como lo único posible. Estas tendencias han sido acentuadas durante las últimas décadas de globalización neoliberal, el libre comercio y la profundización del monocultivo y el extractivismo. Estamos en presencia de un sistema imperialistas de re-colonización del planeta.

A la resistencia de los pueblos se responde mediante la militarización, la represión y la guerra. El capitalismo requiere una potente industria militar, la militarización de las sociedades y la guerra como condición tanto para su proceso de acumulación, como para controlar territorios y recursos minerales y energéticos, y para reprimir las luchas de los pueblos. Las guerras, a través de su impacto directo sobre el ambiente (consumo masivo de combustible fósiles, derrames de petróleo, emisiones de GEI, contaminación con uranio empobrecido, fósforo blanco, etc.), se han convertido en uno de los principales destructores de la Madre Tierra.

La batalla contra el calentamiento global no sólo pasa por la urgente transformación de la producción y del consumo, sino también por una dura batalla contra los paradigmas y patrones de conocimiento coloniales y eurocétricos hegemónicos. Estas formas hegemónicas de conocimiento y de producción de subjetividades que están firmemente instaladas en los sistemas educativos de todo el mundo. Los patrones culturales, subjetividades y aspiraciones de las poblaciones del planeta han sido ampliamente penetradas por los valores del individualismo consumista capitalista. Las transformaciones productivas tienen que estar acompañadas de una revolución cultural profunda que cambie los patrones de conducta actualmente hegemónicos, fortaleciendo otras cosmovisiones, como el vivir bien o el buen vivir, en armonía con la Pachamama.

Lo que ha fracasado es el modelo del intentar vivir “cada vez mejor consumista”, del desarrollo sin freno, de la industrialización sin límite, de la modernidad que desprecia la historia, las culturas y los conocimientos de los otros, el patrón de vida basado en la acumulación material creciente a costa del otro y de la naturaleza.

El capitalismo como régimen patriarcal de crecimiento sin fin es incompatible con la vida en este planeta finito. Por ello, toda alternativa de vida necesariamente tiene que ser anticapitalista. Pero no sólo eso, tiene que ser más que anticapitalista. La experiencia soviética nos demostró que era posible, con otras relaciones de propiedad, un régimen productivo tan depredador y devastador de las condiciones que hacen posible la vida como el capitalismo. Las alternativas tienen que conducirnos a una profunda transformación civilizatoria sin la cual no sería posible la continuidad de la vida en el planeta tierra. La humanidad está frente a una gran disyuntiva: continuar por el camino del capitalismo, del patriarcado, del Progreso y la muerte, o emprender el camino de la armonía con la naturaleza y el respeto a la vida.

Cochabamba, Tiquipaya, abril del 2010



[i] . Sur global: Grupos humanos que históricamente han sido confinados a una mayor vulnerabilidad económica y ambiental. Es un concepto geopolítico y cultural, no geográfico.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Argentina, país sitiado por los medios

Transcribo un comentario que publiqué en el blog de Mendieta a una nota llamada Rossismo Crítico y más abajo copio un artículo que escribí sobre mi modo de ver a los medios hoy

Comentario:
Lo que no se toma en cuenta es que estos periodistas son frente a la cámara y el micrófono, personajes mediáticos que, por su influencia en la ciudadanía, son mucho más “controlados” que cualquier periodista anónimo. El medio que los tiene como figuras ha tejido sobre ellos demasiadas estrategias para dejar que su discurso se libre al azar. No estoy diciendo que le den un guión a reproducir pero quiero relativizar ese aire de autoridad, esa actiutud canchera, cuando se apaga la cámara son mucho más permeables a las presiones que un movilero (o tal vez lo son de distinta manera pero con igual intensidad)
Como colaboradora de Clarín yo sufro menos presiones que un editor porque a mi con no publicarme las notas se sacan el problema de encima pero el editor es el responsable del contenido que va a llegar al lector, entonces tiene que ser vigilado. No me interesa pensar en conspiraciones ridículas pero es fácil darse cuenta de que esa seudo entrevista de Erenesto Tenembaum fue preparada por alguien de la producción, fue una orden que Tenembaum cumplió, no fue una idea de Tenembaum porque ningún periodista elegiría inmlarse haciendo todo lo que un periodista no debe hacer. Eso no fue un reportaje, fue una agresión grosera, burda, explícita.
Creo que el error de Mendieta es creer que ese personaje/periodista existe por fueradel medio.

Argentina, país sitiado por los medios

La Pérdida del pudor:
Ya no se trata de un fantasma sino de una presencia concreta y tangible. En el último tiempo los medios masivos de comunicación han optado por explicitar aquellos mecanismos políticos que durante muchos años sólo parecían mostrarse bajo el prisma del análisis más minucioso.
Se expone un discurso que ha perdido los pudores en sus manifestaciones racistas e ideológicas. Este detalle habla de un derecho ganado sobre la ciudadanía, de una permisividad de la población para aceptar estos discursos, de una afinidad que se ha construido en la reciprocidad de pensamientos.
Por otro lado existe una construcción de valores que pertenecen a un sector, universalizados, la imposición de objetivos de un grupo económico como un mandato que contiene a toda la sociedad. En este campo de ideas se agita la posibilidad de movilizar a los sectores medios. .La construcción mediática de lo real ha sido tomada por la mayoría de la sociedad como La Verdad. ¿Cómo fue posible esto? La estructura que sostiene el discurso mediático elimina el pensamiento. A todo lo que ocurre los medios le dan un nombre que fija la interpretación que se le da a ese hecho. Todo se focaliza en mostrar los componentes que afianzan esa afirmación, minimizando, desacreditando o ridiculizando aquellos datos que podrían cuestionarla.
Alain Badiou definió El Mal como el imperativo de nombrarlo todo. Frente al vacío, soporte del acontecimiento que no tolera nominaciones permanentes sino transitorias, El Mal sería el mecanismo que, al asimilar lo nuevo al terreno de lo ya conocido, corta ese fluir del pensamiento que permite hacer apuestas sobre lo que todavía no tiene nombre. El periodismo se apresura por señalar que los verdaderos ciudadanos libres son los que hacen tronar las cacerolas. Esos sujetos no responden a ningún devenir histórico que no sea el de su propio cansancio frente al conflicto, no tendrán intereses políticos, ni serán violentos.
Se observa, entonces, un desfasaje muy interesante. El discurso presidencial y el mediático están en dos planos completamente distintos que impiden un diálogo entre sí.
Mientras que Cristina Fernández le exige a sus interlocutores una acumulación de datos, de saberes políticos e históricos, de articulación ideológica y cierta dramaticidad política para llevarlos a escena, los medios, Alfredo De Angeli y buena parte de la sociedad, prefieren la simpleza, no entienden lo que ella dice y de alguna manera les irrita el desafío que les propone.

Los medios han generado mecanismos que le han permitido interpretar el pensamiento de los sectores medios y traducirlo a un discurso que le otorgue legitimidad a las fantasías más discriminatorias y reaccionarias que hoy pueden expresarse sin tapujos.
¿Qué ocurre con una sociedad que desconfía del discurso político pero no del mediático que puede tener los mismos niveles de ficcionalidad?
Antes hubo un proceso de despolitización, de desaliento, de desconfianza hacia todo lo político que fue propiciado, en gran medida, por el periodismo. En primer lugar porque su mecanismo apunta a una despolitización y a un vacío de pensamiento y tal vez el mayor ejemplo sea la explosión de las cámaras sorpresa durante los años 90.
Allí la transparencia que suponía el descubrimiento de un funcionario corrupto, reducía a la política a la develación de una ilegalidad y suponía que, ante su difusión, llegaría la justicia que pondría las cosas en orden. El ciudadano era un espectador privilegiado que se indignaba y esperaba las consecuencias. Pero el imperio de la impunidad construido por el menemismo se basaba en la ausencia total de causas y efectos. ¿Por qué nada cambiaba? Porque la política es la posibilidad de modificar el sentido de lo evidente. A la despolitización del periodismo el poder respondía con una política que reducía el campo de lo real y agrandaba el espacio de lo simbólico. El ciudadano espectador se desmoralizaba. Descreía de los políticos y confiaba en ese periodista que le había mostrado la verdad. Pero jamás la evidencia habría tenido lugar en la pantalla si mínimamente se sospechara que podía tener un impacto en el terreno de lo real. El periodismo de denuncia fue posible gracias a la impunidad. Es más, fue el complemento necesario para minar los hogares del más profundo escepticismo, del más contundente desencanto.
Ejemplos como el programa de Santos Biasatti o el “Proteste ya” de CQC, muestran a un ciudadano indignado que padece la negligencia institucional y sólo encuentra alivio a su sufrimiento cuando llega Santo, Malnatti o Gonzalito, como una suerte de súper héroe.
Al presentarse como los defensores de los ciudadanos, los medios han establecido un lazo con sus seguidores más sentimental que crítico. Los periodistas hacen lo que los ciudadanos no pueden hacer: increpar a los funcionarios, retarlos y hacerlos que cumplan con su tarea. Ellos se ponen del “lado de la gente”.
Se trata de una nueva versión de la catarsis que definía Aristóteles en su “Poética”. El periodista se identifica con el espectador y cumple con los deseos de éste, cuando la escena tiene lugar en la pantalla de televisión, el ciudadano realiza su descarga emotiva a partir de la acción del periodista que reemplaza su propia movilización, allí se daría el segundo paso. Aristóteles habla de descarga y contención de la emoción. La contención es posible porque el ciudadano delega su participación en el periodista. El objetivo de control social se cumple. La tragedia griega aleccionaba contra los riesgos de enfrentarse al poder (político o religioso) en los finales del siglo XX frenaban cualquier fantasía de movilización
Los medios tienden a justificar cualquier acción o reclamo de la sociedad civil y a demonizar al gobierno de turno. De esta manera los medios construyeron su credibilidad y utilizaron a ciertos periodistas con mucha llegada en la opinión pública para transmitir ideas que atienden a intereses políticos nada inocentes.
Este mecanismo llegó a su punto crítico con el lockout patronal de los ruralistas. En primer lugar porque para que los medios apoyen a un sector de la sociedad ésta tiene que mostrarse por fuera de los partidos políticos, es decir, tiene que estar profundamente despolitizada. Su reclamo sólo debe responder a sus intereses particulares. De hecho los implicados se preocupan por señalarlo permanentemente como un modo de legitimación.
Los productores agropecuarios no son un grupo despolitizado y tampoco son un sector de la sociedad civil. Son una corporación con una inscripción y una estrategia política que recorre toda la sociedad argentina. Los medios, debieron transformarlo en algo que no era: un grupo de chacareros laburantes que no querían perder el fruto de su trabajo. Un sector ajeno a la política. La cadencia de Bazán describiendo a De Angeli como a “un gringo de campo sencillo con el rostro quemado por trabajar al sol” avergüenza por el trazo grueso, la caricatura pero ¿cuántos habrán tomado este relato al pie de la letra? En esa construcción dramática que propone TN, parta muchos es más fácil identificarse con De Angeli que con Cristina Fernández.

Buscaron sumar a otros sectores de la población que nada tenía que ver con el campo para legitimar más su protesta. Si los ciudadanos que viven de su salario apoyan el reclamo de los ruralistas, algo de razón tendrán porque a su vez esa solidaridad los iguala con cualquier huelga de cualquier trabajador . La sociedad los asimiló de este modo y en base a esta idea construyó la identificación y los medios ayudaron a sostener una mentira.
Su respaldo está en que toda mirada crítica hacia los medios masivos de comunicación será interpretada como un ataque a la libertad de prensa. Basándose en este argumento buena parte del periodismo funda su autoridad. Al construir su condición de incuestionables, los medios establecieron una nueva forma de autoritarismo o, más precisamente, de fascismo donde apelan al carisma para delinear personajes que se esgrimen como voceros y representantes de los ciudadanos, cuya palabra es garantía de verdad. Muchos sujetos desconfiados del poder político, son simples devotos de estos personajes que corporizan intereses sectoriales, a veces de un modo más privilegiado que muchos funcionarios del poder institucional.
Pero un hecho mucho más llamativo permite iluminar otro componente más oculto de esta alianza entre los medios y el mundo campestre que compone la nueva derecha.
¿Por qué a ciertos intelectuales le molesta exageradamente el discurso de Cristina Fernández cuando, después de muchísimo tiempo, tenemos una Presidenta que es una oradora brillante?
Beatriz Sarlo, en una nota publicada en el diario La Nación, le señala a la Presidenta lo inoportuno de haber establecido una continuidad entre el golpe de estado del 76 y el clima destituyente durante el lockout, en su discurso del 25 de marzo del 2008. Y le reprocha: que “no era el momento adecuado para que la presidenta de la República esbozara su tesis historiográfica sobre la complicidad de cualquier sector de la producción agraria con el golpe militar.”
¿Por qué? Porque para alguien como Sarlo esto es crear un conflicto que sería mejor evitar. Hay algo de la peor apología del olvido en esta frase. Si el exceso de memoria puede llegar a traer consecuencias regresivas, lo que se respira en el texto de Sarlo es una apología del olvido que, muy subterráneamente, encierra la certeza de que la frase de la Presidenta se basa en una verdad. Es cierto que la sociedad rural es golpista, pareciera decir Sarlo, pero si de esa verdad hacés un discurso proclamando a los cuatro vientos estás demostrando que la discusión sobre el terrorismo de estado y los años 70 atraviesa distintas capas políticas y sociales, es compleja y no murió el día que Raúl Alfonsín se puso la banda presidencial, sino que pese al repudio de muchos sectores de la población , pese a la militancia de los organismos de derechos humanos, sigue viva y ha logrado armar nuevas estrategias. Si decís eso, si le das un sustento político, histórico, ideológico a esos actos que los medios definen como una manifestación de la sociedad civil, podés llegar a poner en crisis la amalgama fundamental de la despolitización que nos está dando muy buenos frutos.
El temor que genera el discurso de Cristina Fernández es el de poner en riesgo los enunciados que le dan vida a este nuevo fascismo. Los medios en su simplificación discursiva tienen atrapada a la población en una lógica que expresa sus deseos más individualistas.
No es oportuno traer la historia porque las pruebas y los razonamientos que este mecanismo implica pueden atentar contra la sustracción, ese procedimiento que todo lo vuelve tan fácil, tan carente de conflicto, tan neutral. Si después de todo sólo se trata de una Presidenta soberbia y de un marido testarudo.
Ese discurso con efectos que horroriza a Sarlo es un discurso político. Cristina Fernández sabe que sus palabras y sus acciones traen consecuencias.
En esa despolitización se funda la concepción de objetividad que los medios exhiben como garantía de verdad. Lo que ellos entienden como objetividad son los hechos despojados del factor político que les da un sentido en la historia. ¿O acaso no es objetiva la explotación infantil, el trabajo en negro y el robo de tierras que sistemáticamente realizan las cuatro entidades en pugna con el gobierno? ¿Por qué no se presentan los datos objetivos de la evasión impositiva o de las exportaciones realizadas en pleno lockout patronal?
Si se elegía TN para ver los discursos que Cristina Fernández brindó a lo largo del conflicto, se observaba como el canal dividía la pantalla: De un lado la Presidenta , del otro los piqueteros de Gualeguychú que funcionaban como una suerte de jurado de “Bailando por un sueño”. Ella hablaba para ellos y el gran interrogante, según el vergonzoso discurso de Bazán, era ver como reaccionaban los ruralistas.
Claro que Cristina Fernández no se hacía cargo de este escenario mediático y hablaba para todos los argentinos. Se tomaba su tiempo para cantar la marcha, homenajear a las víctimas del 16 de julio, darles un espacio a las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, articulaba hechos de la historia y permanentemente la transmisión del cable se ocupaba de hacernos sentir de mil maneras que todo eso estaba de más. La presidenta politiza todo lo que los medios intentan despojar de política. Frente a la reducción de un problema de intereses donde lo que hay que saber es si las retenciones siguen o no en vigencia, el gobierno carga de sentidos, de información, de explicaciones pero lo único que importa es que los ruralistas de Gualeguychú siguen en las rutas.
Lo que se desarma, lo que se destruye es ese lenguaje que intenta construir ideas. La descalificación que le sigue a todo discurso de Cristina Fernández, intenta señalar que allí no se ha dicho nada significativo.
Esa vuelta a lo político que se celebra a partir del gobierno de Néstor Kirchner tiene que ver, en gran medida, con la recuperación del espacio público como escenario para debatir las cuestiones de estado. Ya no exclusivamente las puertas cerradas que hacen del estado una mera formalidad, sino la palabra presidencial como un ritual cotidiano, el palco en la Plaza de Mayo y la necesidad de legitimar la acción con el pueblo espontáneo o no haciendo número pero con una preocupación por reconocer que el control de la calle merece la atención del gobierno de turno.
El conflicto, esa instancia que es vista como señal de debilidad y de caos, que es relatada como una figura insoportable para la retórica mediática, no es más que un signo de la valoración de la política. Cuando desde el gobierno se toma una medida que confronta con los intereses de un sector, existirá conflicto. Él es el que abre la posibilidad del debate sobre proyectos o modelos. Evitar el conflicto implicaría negar, no hacer visibles los caminos que hacen posible el consenso. Pero esta sociedad que se refugia en el discurso mediático, parece preferir la aparente calma de los acuerdos. Cuando el conflicto tiene lugar comienza el pensamiento, nos lleva a plantearnos si eso que habíamos naturalizado puede darse de otro modo, está obligando a la sociedad a volver la mirada sobre los hechos.
A esta apuesta la política mediática responde con una caída de la imagen presidencial como una suerte de extorsión. Hay que gobernar para las encuestas, hay que hacer “lo que la gente quiere”. Claro que quienes sostienen este discurso sienten un fuerte desprecio hacia toda forma de demagogia.
Durante los 90 los medios desacreditaron la palabra pueblo para atomizarla en nombre de “la gente” desperdigada en reclamos puntuales. Aquello que alguna vez tuvo la forma de lo político colectivo se limitaba a la experiencia más inmediata. Lo real era exclusivamente aquello que se situaba en lo lindante de mi cotidianidad. El otro dejaba de ser contemplado porque la vida se reducía a una experiencia de lo privado.
A partir de ese momento la violencia se instala como una nueva forma de sociabilidad. No se trata ya de hechos aislados sino de una naturalización de la violencia.
Las manifestaciones políticas que en los noventa tenían como escenario algún lejano lugar del sur o del norte del país, especialmente aquellas zonas donde la privatización de YPF dejó un reguero de desocupados, eran ofrecidas como un acto de vandalismo, un hecho delictivo que sólo merecía mostrarse si contaba con los ingredientes de los neumáticos incendiándose y los piqueteros con palos y pasamontañas.
La judicialización de la política ayudó a construir la idea de ciudadano pasivo, incapaz de actuar sobre la realidad porque si se atrevía a dejar su sillón entraba automáticamente en la categoría delincuencial.
La violencia se encontraba en quitarle el sentido a la acción política, ayudados en que el sustento de esas acciones era meramente defensivo, reacciones frente a la impotencia, multitudes desarticuladas, a veces espontáneas que no podían armar un proyecto alternativo.
De hecho una parte de la militancia de izquierda tomó este discurso y comenzó a realizar hechos vandálicos como un modo de propaganda política, lo que ocasionó fuertes represiones. El objetivo era llegar a la violencia para ser registrados por los medios. Eso era sinónimo de reconocimiento. Hacer política para las cámaras equivalía a ser el grupo político que lideraba la protesta, mucho más si después eran invitados al programa político de moda.
El militante era aquel que había sido reprimido por las fuerzas del orden y, por supuesto, había fracasado. En realidad no tenía nada más que desplegar que su furia porque no hacía otra cosa que ser funcional a los códigos mediáticos.
Los sujetos se dividían entre los que fracasaban en sus reclamos y los que vivían las diferentes opciones de la pasividad.
Pero a partir del 19 y 20 de diciembre del 2001, los medios observaron que esa ambigüedad que era el pueblo hacía un leve esfuerzo por recobrar vigencia. Pasaron entonces a documentar una movilización que producía efectos, entre ellos la caída del gobierno de Fernando De La Rúa. Después siguieron días de quejas desesperadas en las puertas de los bancos y finalmente la aparición de un gobierno, el de Néstor Kirchner, que contemplaba al pueblo como un factor legitimador de su política, un aliado que necesitaba fatalmente ya que no estaba bendecido con buenos augurios y sólo contaba en su haber con el 22% del padrón electoral.
Es en ese momento cuando los medios comprenden que a esa multitud movilizada deben capitalizarla a su favor. Si la situación social cambia, si el pueblo hace un intento por recomponerse, que no nos encuentre desprevenidos, que no nos quite protagonismo. Tenemos que manejarlo antes de que nos desborde.
Esta idea que pudo haber sido una audacia de la imaginación, una especulación latente e irrealizable, se materializó la noche del primer cacerolazo contra el gobiernote Cristina Fernández. Los medios no se resignaron a mostrar simplemente lo que acontecía sino que fueron en gran medida sus artífices, quienes esgrimieron el clamor cacerolero como un mecanismo de presión hacia una Presidenta esquiva a su prédica.
La ciudadanía cacerolera no se diferencia mucho de esa masa que el fascismo usaba para poblar su poder del más oscuro populismo. Hoy los medios desafían a un gobierno peronista y le dicen: El pueblo está de nuestro lado. Pero el pueblo no es un a priori unificado en una mirada que lo define como totalidad. Sino una multitud dinámica que crece en la tensión interna de sus diferentes intereses y que logrando su autonomía llegará a hacer política, a ubicarse en el plano de lo histórico.
Ese mito perdido por el peronismo y que Cristina Fernández no ha sabido reconstruir está en manos de los medios. Ellos aprendieron del sentimentalismo peronista.

miércoles, 8 de julio de 2009

La cerveza, ideal para reponer energías!!!


Así lo determinó un estudio científico en el que, entre otras cosas, se compararon sus atributos con los del agua. Además, señalan que "no engorda"

Un estudio científico revela que la cerveza puede suponer una "eficaz" bebida rehidratante tras la práctica deportiva, gracias a su "alta presencia de elementos antioxidantes" que ayudan a reducir los efectos producidos por el ejercicio físico.

Así lo aseguró el profesor de Fisiología del Ejercicio de la Universidad de Barcelona (UB) Joan Ramón Barbany durante la presentación del estudio Idoneidad de la cerveza en la dieta equilibrada de los deportistas, en el marco de los Juegos Mundiales de Medicina y Salud (Medigames), que se celebran en Alicante.

"La cerveza tiene una alta presencia de elementos antioxidantes, derivados de su origen vegetal, que combaten la aparición de radicales libres", según Barbany, para quien esto contribuye a reducir los efectos producidos por el ejercicio físico, como son "los dolores musculares, la fatiga y el fenómeno conocido como sobreentrenamiento".

Además, esta bebida contiene componentes vitamínicos, minerales y carbohidratos, por lo que "su ingesta en dosis moderadas" por personas adultas puede desempeñar un papel en "la recuperación del metabolismo hormonal e inmunológico de los deportistas tras el ejercicio físico", según la investigación.

Por su parte, el profesor de Fisiología Médica de la Universidad de Granada Manuel Castillo-Garzón indicó que, "comparada con el agua", la ingesta de cerveza como rehidratante "no tiene ningún aspecto que la haga desaconsejable".

El estudio, realizado por científicos de la Universidad de Granada y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), contó con la participación de dieciséis personas que se sometieron en dos ocasiones, separadas por un intervalo de tres semanas, a un ejercicio "extenuado" de sesenta minutos en condiciones de "elevada temperatura ambiental".

"Los participantes perdieron de dos a tres kilogramos de peso corporal", sobre todo de agua, detalló Castillo-Garzón, quien reseñó que, en una ocasión, se les dio sólo agua para rehidratarse y en la otra, "dos tercios de cerveza, junto con toda el agua que quisieran".

Por su parte, el médico especialista en Fisiología del Deporte y ex jugador profesional de básquet, Juan Antonio Corbalán, afirmó que, "a pesar del alcohol" y con "un uso inteligente", la cerveza es una "magnífica bebida compatible con el rendimiento deportivo de cualquier disciplina".

Corbalán señaló que hay multitud de leyendas alrededor de esta bebida que "no se basan en criterios científicos", como la falsa capacidad de engorde de la cerveza, cuyo contenido calórico es de unas 145 calorías, poco más del contenido en un yogur entero azucarado (125).

"Lo que engorda es el mal uso que podemos hacer de la cerveza", precisó Corbalán, para quien factores como el sexo, la capacidad para metabolizar el alcohol o un mal hábito en las personas influyen más en el aumento del peso corporal.

En este sentido, durante la rueda de prensa se avanzó un estudio sobre la "barriga cervecera" que se ultima en estos momentos y cuya primera conclusión es que las personas que beben cerveza de manera habitual no desarrollan más "tripa" que las que no lo hacen.

"El estrés crónico" y una mala alimentación, basada en una alta densidad calórica, son los causantes de este fenómeno, hecho contrario a lo que se creía en la actualidad.

viernes, 5 de junio de 2009

Entre gripes y chanchos

les reenvio esto q parece pertinente difundir y comentar.. los medios de comunicación son los cómplices de esto

 
 
En el mundo, cada año mueren dos millones de personas víctimas de la malaria, que se podría prevenir con un mosquitero. 

Y los noticieros no dicen nada de esto. 

En el mundo, cada año mueren dos millones de niños y niñas de diarrea, que se podría curar con un suero oral de 25 centavos.

Y los noticieros no dicen nada de esto. 

Sarampión, neumonía, enfermedades curables con vacunas baratas, provocan la muerte de diez millones de personas en el mundo cada año. 
Y los noticieros no informan nada…

Pero hace unos años, cuando apareció la famosa gripe aviar… 

… los informativos mundiales se inundaron de noticias… chorros de tinta, señales de alarma…

¡Una epidemia, la más peligrosa de todas!... ¡Una pandemia!

Sólo se hablaba de la terrorífica enfermedad de los pollos. 

Y sin embargo, la gripe aviar sólo provocó la muerte de 250 personas en todo el mundo. 250 muertos durante 10 años, lo que da un promedio de 25 víctimas por año.

La gripe común mata medio millón de personas cada año en el mundo. 

Medio millón contra 25.

Un momento, un momento. Entonces, ¿por qué se armó tanto escándalo con la gripe de los pollos?

Porque atrás de esos pollos había un "gallo", un gallo de espuela grande.

La farmacéutica trasnacional Roche con su famoso Tamiflú vendió millones de dosis a los países asiáticos. 

Aunque el Tamiflú es de dudosa eficacia, el gobierno británico compró 14 millones de dosis para prevenir a su población. 

Con la gripe de los pollos, Roche (Tamiflú)y Glaxo (Relenza), las dos grandes empresas farmaceúticas que venden los antivirales, obtuvieron miles de millones de dólares de ganancias. 

-Antes con los pollos y ahora con los cerdos. 
-Sí, ahora comenzó la sicosis de la gripe porcina. Y todos los noticieros del mundo sólo hablan de esto… 

-Ya no se dice nada de la crisis económica ni de los torturados en Guantánamo…

-Sólo la gripe porcina, la gripe de los cerdos… 

-Y yo me pregunto: si atrás de los pollos había un "gallo"… ¿atrás de los cerditos… no habrá un "gran cerdo"?

Miremos lo que dice un ejecutivo de los laboratorios Roche…

ROCHE A nosotros nos preocupa mucho esta epidemia, tanto dolor… por eso, ponemos a la venta el milagroso Tamiflú. 

-¿Y a cuánto venden el "milagroso" Tamiflú?

-Bueno, veamos… 50 dólares la cajita. 

-¿50 dólares esa cajita de pastillas?

-Comprenda, señora, que… los milagros se pagan caros. 

-Lo que comprendo es que esas empresas sacan buena tajada del dolor ajeno… 
La empresa norteamericana Gilead Sciences tiene patentado el Tamiflú. El principal accionista de esta empresa es nada menos que un personaje siniestro, Donald Rumsfeld, secretario de defensa de George Bush, artífice de la guerra contra Irak…
Los accionistas de las farmaceúticas Roche y Glaxo están frotándose las manos, están felices por sus ventas nuevamente millonarias con el dudoso Tamiflú. La verdadera pandemia es el lucro, las enormes ganancias de estos mercenarios de la salud. 

No negamos las necesarias medidas de precaución que están tomando los países. 

Pero si la gripe porcina es una pandemia tan terrible como anuncian los medios de comunicación,  Si a la Organización Mundial de la Salud le preocupa tanto esta enfermedad, ¿por qué no la declara como un problema de salud pública mundial y autoriza la fabricación de medicamentos genéricos para combatirla? 

Prescindir de las patentes de Roche y Glaxo y distribuir medicamentos genéricos gratuitos a todos los países, especialmente los pobres. Esa sería la mejor solución.

PASEN ESTE MENSAJE POR TODOS LADOS, COMO SI SE TRATARA DE UNA VACUNA PARA PARA QUE TODOS CONOZCAN LA REALIDAD DE ESTA  "PANDEMIA".

miércoles, 20 de mayo de 2009

HUERTA URBANA

quiero compartir este proyecto q llevan adelante esta gente como muestra de q se puede...